Semana Santa en México

Nikon F3 /35 mm.


La devoción religiosa del pueblo en México, mantiene ciertas tradiciones desconcertantes por su inusitada violencia y autoflajelo. Herencia de una España ortodoxa, rígida e inquisidora llegó para quedarse a México. El dolor y el autoflajelo como forma de expiación de culpas.


La Pasión, Ixtapala.
En Ixtapalapa, ciudad de México, es un honor ser azotado, apedreado, insultado y crucificado. Se selecciona al "futuro Cristo" con un año de antelación. Representan con lujo de colores y detalles sangrantes la trayectoria de Cristo, hasta la crucifixión en la cima de un cerro. La ceremonia es una escenificación, con vestuarios y personajes interpretando la pasión de Cristo. A los pies de la cruz, miles de peregrinos de túnicas moradas cargan también sus propias cruces, sus propios pecados, su redención. Dejan un rastro de sangre que emana desde sus cabezas por las coronas de espinos. Cada año hay más de éstos purpúreos dolientes que acuden en masa.

  


Los Penitentes, Taxco.
En Taxco, los penitentes actualmente, son personas casi especializadas en este "oficio". Enormes fajos de espino, de 30 a 45 kilos, cargándolas en un recorrido circular por la ciudad, monótono. Casi dos días. Una faja, una cuerda de crin de caballo, atada a la cintura pasa por el cuello y el fardo de espinas, si llegara a caer lo estrangularía. La inefable capucha negra, esconde el rostro del penitente. Los cuerpos lacerados, emanan su sangre, desciende chorreando por la espalda dejando un siniestro rastro en las calles. Las mujeres arrastran pesadas cadenas fijas con grilletes a sus pies descalzos, agachadas, soportan el peso de gruesos crucifijos en sus manos.






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