Misiones de Chiquitos
Misiones Jesuitas
Bolivia
Un viaje al pasado…
Alrededor
del 1650, los Jesuitas fueron expulsados de territorio Paraguayo, dejando tras
de si una enorme y controversial historia en la evangelización de los pueblos
originarios. Llegaron a la región actualmente conocida como la Chiquitanía, en
la selva occidental de Bolivia. Construyeron sus misiones con un estilo
arquitectónico único en su género. Reducciones autosuficientes e independientes
de la corona española, en medio de la exuberante vegetación selvática. En estos territorios los Hermanos de la
Compañía de Jesús realizaron una de las más pacíficas cristianizaciones en el
nuevo mundo, donde los oficios y la música jugaron un rol determinante. Esto último
adquirió tal relevancia entre estos pueblos que el barroco pasó a formar parte
integral de las tradiciones y costumbres musicales aún vivas.
El tiempo
parece prácticamente detenido, un ejemplo es Miguel Uché, Luterista de San
Ignacio de los Moxos (El Beni) a quien el oficio se lo enseñó su tío y a éste
su abuelo, y así hasta llegar a los Jesuitas. Uché se hizo famoso por sus
violines artesanales, construidos (sin él saberlo) con las técnicas y estilos
usados en Cremona, Italia, en 1700. Un estilo inexistente puesto que el violín
siguió su evolución hasta convertirse en el que conocemos hoy . Se han logrado
rescatar y transcribir mas de 11.000 paginas de música original, escrita en la
región desde aquella época. Para 1990 aún se escribía con los matices típicos
del Barroco Americano. Notable resulta ver la cantidad de niños y jóvenes que
tocan un instrumento de cuerda, ensayando junto al atardecer en las centenarias
aulas misionales. Acá nos encontramos también con La Orquesta y Coro de Urubichá integrada por niños y jóvenes Guarayos
que su calidad interpretativa, los ha llevado a múltiples giras por Europa. Es
conmovedor descubrir un mundo con tan profundo amor por la música.
En 1767
los jesuitas fueron expulsados de Bolivia y algunas construcciones quedaron en
abandono o un evidente deterioro por el paso del tiempo. Hasta la llegada de
los franciscanos hace 70 años en una pacífica labor de rescate. En 1991 la
UNESCO las declaró Patrimonio de la Humanidad, gracias a estos aportes y junto
a la Cooperación Española ha comenzado la restauración de estos monumentos históricos
coloniales en medio de la selva. Construcciones que simbolizan la gran obra de
fé que tenían aquellos que en los albores de la conquista optaron por la pacífica
conquista de algunos pueblos, buscándoles esa alma que De las Casas pensó podían
tener después de todo. Esta herencia cultural se ha mantenido viva, resistiendo
aún los embates de la vida moderna.
De las misiones…
San Xavier

A unas 10 horas en autobús de Santa Cruz de la Sierra, internándose hacia la selva oriental boliviana, nos encontramos con la primera Misión Jesuita construida en 1691, en el poblado de San Xavier. Salta a la vista la sencillez de su construcción, los pilares que la sostienen son un tronco único de árbol negro, tallado en una espiral ascendente. Un altar sin sobrecargos dorados y los retablos son obras de arte de gran exquisitez y significado. La restauración ha dejado ver situaciones sorprendentes, por ejemplo la pintura original de las paredes de esta iglesia, aún se pueden ver perfectamente a pesar de los siglos transcurridos. Esto es por los casi diez centímetros de espesor que tienen las capas de pintura de pigmentos naturales, resultados de la maceración y mezcla de plantas, flores e insectos.

A unas 10 horas en autobús de Santa Cruz de la Sierra, internándose hacia la selva oriental boliviana, nos encontramos con la primera Misión Jesuita construida en 1691, en el poblado de San Xavier. Salta a la vista la sencillez de su construcción, los pilares que la sostienen son un tronco único de árbol negro, tallado en una espiral ascendente. Un altar sin sobrecargos dorados y los retablos son obras de arte de gran exquisitez y significado. La restauración ha dejado ver situaciones sorprendentes, por ejemplo la pintura original de las paredes de esta iglesia, aún se pueden ver perfectamente a pesar de los siglos transcurridos. Esto es por los casi diez centímetros de espesor que tienen las capas de pintura de pigmentos naturales, resultados de la maceración y mezcla de plantas, flores e insectos.
Concepción

Concepción, a dos horas por un
camino de tierra, está la Iglesia más grande de la región; ostentosa,
sobrecargada de dorados y figuras. Los retablos que adornan toda la iglesia
sobre sus innumerables ventanas, son una adaptación de la pasión,
contextualizada a los indígenas del lugar, un claro ejemplo del sincretismo. El Templo ha sido
reconstruido con materiales modernos siguiendo la línea arquitectónica
original.
Santa
Ana
El pequeño pueblo de Santa Ana, tiene una Iglesia que llama poderosamente la atención, por su tremenda sencillez, sin recargo visual o arquitectónico. Las paredes brillan debido a incrustaciones a altas temperaturas de un mineral llamado Mica. En su construcción participaron solo indígenas, diez años después de la expulsión de los jesuitas, en 1756 y, por cierto, allí es donde se encuentra el único párroco boliviano en toda la región.

San Miguel
En San Miguel se encuentra un Convento de Hermanas Franciscanas y una escuela de tallado en madera que conserva la tradición de las figuras traídas desde Europa por los jesuitas. Este lugar es el que provee las imágenes para toda la región. Además de un museo con instrumentos y partituras musicales que se han logrado rescatar desde hace 300 años. La iglesia posee un gran atrio con un enorme altar principal dorado. Adobe y paja son la estructura de la construcción.

San Ignacio de Vélez

En San Ignacio de Vélez, la cabecera de la región, se encuentra la única iglesia que no es antigua. Su construcción terminó a mediados del siglo pasado y su origen es el capricho de un Obispo con mucho poder en la región. Si bien se emplearon materiales modernos en la construcción, se trató de seguir el patrón del estilo clásico. Sin embargo el resultado es un híbrido extraño, extravagante, sobrecargado al interior, y rematado con un enorme campanario de cemento. Destaca al interior, un cristo volador. Sin cruz se eleva, intentando escapar, en medio de este churrigueresco decorado interno.

San Rafael

La Iglesia de San
Rafael, tiene un púlpito. Hago esta referencia ya que no es común
encontrar en el recorrido este lugar de oración. Generalmente la misa se da
desde el nivel del piso. También su altar mayor es totalmente dorado pero no
asfixia como en Concepción. Siguiendo con la tradición del árbol en espiral,
las ventanas, etc. Sobervio dorado que contrasta con la apacible y humilde vida
al exterior, en el pueblo y sus habitantes.
San José
de Chiquitos
En San José de Chiquitos existe la iglesia con más fuerza. Única construida enteramente de piedra y que aún existe. Desde su imponente campanario se alcanza a dominar a simple vista el extenso territorio selvático sin que prácticamente existan obstáculos para la visión. Cuenta con un pequeño museo con figuras de santos de tamaño natural y ángeles tallados en madera, de 200 o 300 años de antigüedad.

Las tonalidades ocres, predominan en las paredes de las iglesias, aunque en Concepción su pintura es completamente moderna, se mantuvieron los colores y los diseños originales. Las iglesias cuentan con una gran cantidad de ventanas, siempre abiertas, a sus costados. Esta solución logró no violentar a los indígenas, ya que los "templos" logran plena integración a los espacios abiertos. Se planearon como algo donde prevalece el contacto con la naturaleza, la integración al origen y razón de ser del lugareño. Por otro lado circula el aire y se soportan los calores durante las misas diarias. Estos elementos conjugados permitieron una pacifica evangelización a diferencia de la gran mayoría de los pueblos originarios. Paradójicamente las estructuras de adobe (mayoritariamente usada por franciscanos) resistieron mejor los embates del tiempo, que los templos de piedra (usado por Jesuitas), ya que luego de su expulsión, la gente sacó las piedras de las estructuras para hacer sus viviendas. Los nombres de las personas también llaman la atención: Lotar Mamani. En otra ocasión el chofer de un taxi obedecía al nombre de Airton, o Arnold o Milton o Elio, Alcides y cualquier cosa que su imaginación decida.


Carlos JiméneZ.
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